Mañana del 24 de junio de 1990 en Córdoba. Fresca, algo común para la época, claro está.
En Ezeiza la niebla se adueñaba de las pistas, y el aeropuerto Pistarini al tener una categoría de ILS menos precisa que la de estos tiempos, terminaba derivando la mayoría de sus vuelos.
Aquella jornada tres aeronaves de gran porte volaron hacia la docta ante la imposibilidad de aterrizar en Buenos Aires, y estos fueron los siguientes:
Un DC10-30 de VIASA, un Boeing 747-200 de Iberia, y nada más ni nada menos que un Boeing 747-200 de PANAM.
La plataforma pareció la de un gran aeropuerto esa mañana, y así lo reflejo el diario LA VOZ DEL INTERIOR en su edición del día siguiente.
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